De los BOOK a los MOOC

La práctica de preservar fragmentos de la mente humana en medios externos se remonta a la creación de las primeras pinturas rupestres hace aproximadamente 40,000 años, pero los primeros “libros” (tablillas enceradas y papiros) surgieron apenas hace aproximadamente 3,000 años, los cuales eran copiados por escribas según su demanda. Lo que ofrecían era la posibilidad de preservar las palabras de sus autores, amplificadas para ser “escuchadas” a través del tiempo y la distancia, una y otra vez, librando al autor de la necesidad de repetirlas una y otra vez y de existir por cientos o miles de años. Así es como hemos sabido de Sócrates, Platón y Aristótles y otros grandes filósofos, matemáticos y científicos de la Grecia antigua. Sin embargo, hubo posturas en contra de los libros como medios para preservar y divulgar los pensamientos de sus autores. Notablemente, la de Sócrates, en boca de quien Platón pone, en Fedro, las siguientes palabras:

‘[La escritura] no producirá sino el olvido en las almas de los que la conozcan, haciéndoles despreciar la memoria; fiados en este auxilio extraño abandonarán a caracteres materiales el cuidado de conservar los recuerdos, cuyo rastro habrá perdido su espíritu. Tú no has encontrado un medio de cultivar la memoria, sino de despertar reminiscencias; y das a tus discípulos la sombra de la ciencia y no la ciencia misma. Porque, cuando vean que pueden aprender muchas cosas sin maestros, se tendrán ya por sabios, y no serán más que ignorantes, en su mayor parte, y falsos sabios insoportables en el comercio de la vida… El que piensa transmitir un arte, consignándolo en un libro, y el que cree a su vez tomarlo de éste, como si estos caracteres pudiesen darle alguna instrucción clara y sólida, me parece un gran necio y seguramente ignora el oráculo de Ammon, si piensa que un escrito pueda ser más que un medio de despertar reminiscencias en aquel que conoce ya el objeto de que en él se trata… Este es, mi querido Fedro, el inconveniente, así de la escritura como de la pintura; las producciones de este último arte parecen vivas, pero interrogadlas, y veréis que guardan un grave silencio. Lo mismo sucede con los discursos escritos; al oírlos o leerlos creéis que piensan; pero pedidles alguna explicación sobre el objeto que contienen y os responden siempre la misma cosa. Lo que una vez está escrito rueda de mano en mano, pasando de los que entienden la materia a aquellos para quienes no ha sido escrita la obra, y no sabiendo, por consiguiente, ni con quién debe hablar, ni con quién debe callarse. Si un escrito se ve insultado o despreciado injustamente, tiene siempre necesidad del socorro de su padre ; porque por sí mismo es incapaz de rechazar los ataques y de defenderse’.

El caso es que, a pesar de que leer un libro de Platón no ha sido lo mismo que platicar con Platón, ha sido la mejor opción para muchas personas que no han tenido el privilegio de conocer a Platón —quien murió hace más de dos mil años y visitó solamente un pequeño fragmento del planeta. Si bien en un principio pudo ser más eficiente que Platón formara discípulos que reproducir sus libros, con la invención de la imprenta en el siglo XV, la relación se invirtió. No obstante, la imprenta fue también criticada en su tiempo por substituir, por un proceso mecánico, el aprendizaje que se daba en los monjes al copiar los libros sagrados, además de otras razones prácticas: ‘el papel [de los libros impresos] no era tan durable como el pergamino que usaban los monjes…; no había muchos libros impresos y eran difíciles de encontrar; estaban restringidos por las limitaciones de los tipos [bloques con letras] y eran, por lo tanto feos’.

Hoy en día, podemos decir que los libros no han resuelto el problema de hacer que el legado cultural de la humanidad esté disponible para todos los seres humanos. También podemos decir que hay toda clase de libros y que las facilidades que ofrecen las tecnologías actuales para publicarlos hacen que cada día se produzca más basura. Sin embargo, no podemos imaginarnos el mundo sin ellos y, sin bien apreciamos la presentación de un libro por su autor y la posibilidad de establecer un diálogo que nos aclare su escritura, el hecho es que muchos libros los hemos leído y los hemos disfrutado y les hemos aprendido a solas, en la comodidad de un espacio privado.

Me parece que el caso de los MOOC (cursos en línea abiertos y masivos) es similar. Esto es, es posible que no se compare atender un MOOC con asistir a clases del profesor de MOOC en presencia física o conversar con el por los pasillos de la escuela. Por otra parte, hay suficiente información para afirmar que los MOOC no han contribuido significativamente a atender el problema de la falta de acceso a una educación de calidad para todos los seres humanos. Sin embargo, llegaron para quedarse, poco a poco están transformando el sistema educativo global y es posible que llegue el día en que las nuevas generaciones participen en lo que serán los MOOC de su tiempo de manera análoga a como hoy en día leemos libros.

Créditos

La imagen del encabezado ha sido compartida por el usuario Geralt en Pixabay.

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