Futuro SUV

Hace aproximadamente un año, el Rector General de nuestra universidad habló de una reingeniería del Sistema de Universidad Virtual (SUV) bajo la premisa de que la educación en línea era de menor calidad que la educación presencial. Posteriormente, en su vista al SUV, sustentó su interés por una reingeniería del sistema sobre tres premisas: que el número de estudiantes del SUV era muy pequeño, que formarlos costaba casi el doble de caro en el resto de la red universitaria y que el SUV no estaba colaborando con el resto de la red para desarrollar un mejor uso de las tecnologías digitales en la Universidad de Guadalajara (UDG). Finalmente, en su informe anual de actividades de este año la reingeniería del SUV se justificó simplemente en la primera premisa, su pequeño número de estudiantes —menos del 2% de los que conforman la población estudiantil universitaria— y se estableció una meta específica: aumentar este número a un mínimo de 60,000 estudiante, que significa crecer en menos de dos años en 1,200% los estudiantes que se inscriben al SUV.

De todo lo anterior y su contexto político y social se pueden sacar muchas conclusiones, pero me concentraré en una sola: el SUV, en su modo actual de operación, no es bien visto desde la administración central de la UDG. Simplemente, no cumple con las expectativas y los recursos en él invertidos se perciben desperdiciados. La pregunta es, entonces ¿qué tan errónea es esta perspectiva de la administración central? A lo largo de este año, cada uno desde nuestra pequeña o gran trinchera, los integrantes de la comunidad del SUV lo hemos defendido, pero me parece que es ahora el momento de verlo desde una postura crítica, privilegiada por la experiencia de años realizando actividades académicas y de gestión al interior del SUV.

Lo que estamos observando hoy en día es una sociedad que se transforma rápidamente, consecuencia en buena medida de la adopción generalizada de las tecnologías digitales en prácticamente todas sus actividades. Las instituciones educativas, en cambio, están acostumbradas a moverse lentamente: con esquemas de regulación rígidos, con una colección rígida de programas de estudio, con fechas rígidas de ingreso y egreso, con agrupación rígida de estudiantes por rangos de edad, intereses profesionales y cupo de las aulas, con evaluaciones y certificaciones rígidas de la calidad de la educación con base en el control rígido de los procesos. En consecuencia, la sociedad ha generado opciones más ágiles, por lo que se puede observar una transformación en el sistema educativo cuyo ímpetu proviene mucho menos de instituciones que tradicionalmente lo conforman,y mucho más de nuevos agentes que están ofreciendo lo que las primeras no han podido ofrecer: flexibilidad para atender la transformación acelerada y los grandes problemas de la sociedad actual.

El SUV, en su origen y supervivencia, ha sido parte de esta transformación. La gran innovación del SUV ha sido introducir la educación en línea asíncrona en el contexto de la UDG y demostrar que la formación obtenida en esta modalidad puede ser de igual o mejor calidad que la obtenida en al modalidad presencial. Sin embargo, se ha quedado muy corto en términos de ofrecer flexibilidad en los procesos educativos, pues si bien nuestros estudiantes pueden participar en ellos en cualquier lugar y momento, lo tienen que hacer precisamente dentro de los mismos esquemas rígidos comentados previamente, lo que ha derivado en índices muy altos de reprobación y deserción y, precisamente, en el limitado número de estudiantes que tenemos.

El reto de crecer a 60,000 estudiantes es una oportunidad que no debe desperdiciarse en crear nuevos programas y nuevos cursos que funcionen de la misma manera, sino en negociar condiciones más flexibles para la operación del SUV para poder realizar nuevas maneras de hacer educación más flexibles, más adecuadas para nuestra población objetivo: quienes no pueden o no quieren asistir de tiempo completo, o incluso de medio tiempo, a la educación en presencia física; quienes superaron ya esa etapa y buscan nuevas opciones de formación. Nuestro punto de referencia para la innovación no debe ser lo que hace el resto de la red universitaria y otras instituciones públicas en el país, sino lo que están haciendo agentes nuevos como edX, Coursera y Khan Academy, entre otros.

Entre estas nuevas maneras de hacer educación en línea se encuentran:

  1. No encajonar a nuestros estudiantes en programas educativos rígidos, sino ofrecerles un espacio abierto de formación en el que puedan ir escogiendo lo que quieren aprender, de acuerdo a sus necesidades y objetivos, restringidos solamente por relaciones intrínsecas de dependencia (competencias previas) entre los módulos, no por restricciones administrativas.
  2. No condicionar a nuestros estudiantes a comprometerse a dedicar su tiempo y esfuerzo a sus estudios por periodos prolongados, cuando la razón por la que optan por programas en línea es, precisamente, porque no pueden hacerlo. Al contrario, ofrecerles cursos cortos, bien enfocados al desarrollo de competencias específicas, que puedan completar en unas pocas semanas y no en meses.
  3. No pedirles a nuestros estudiantes que empiecen y terminen sus estudios al mismo tiempo que los estudiantes de educación presencial, sino que puedan hacerlo cuando tengan tiempo y las condiciones económicas, sociales y laborales más adecuadas.

A estas maneras se sumarían otras, como mejores diseños de nuestros curso, más flexibles y autogestivos, organizados por objetivos y no por actividades; asignación dinámica de docentes a cursos; configuración de esquemas y entornos para promover ambientes de comunicación y colaboración entre toda la comunidad estudiantil y académica.

En síntesis, necesitamos mirar más allá de lo que hemos hecho y lo que hemos logrado. Aprovechar la coyuntura para negociar condiciones más flexibles de operación que nos permitan hacer cosas diferentes para lograr y superar con mucho la meta que se nos impone; que nos permitan poner al SUV en la punta de lanza de la innovación educativa; que nos permitan hacer del Sistema de Universidad Virtual la primera opción de formación para quienes quieren estudiar en Jalisco y una de las más importantes en el país y América Latina.

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